En los años finales del siglo tercero antes de Cristo, los romanos llegaron a estas tierras para luchar contra los cartagineses. La victoria romana supuso su presencia estable en el país y la incorporación, por tanto, a la órbita de Roma de toda esta geografía.
Málaga y otros centros urbanos de su región crecieron y recibieron nuevos estatutos jurídicos. Es de destacar, en el siglo I, el paso de ciudad federada a municipio de derecho latino. Esto se plasmó en la Lex Flavia Malacitana, promulgada en el año 81, parte de la cual se encontró en Málaga en 1851 en la zona del El Ejido. La Lex Flavia Malacitana, contenida en cinco tablas, aunque solamente se encontraron las que tienen las rúbricas 51 a 69, se conservan las originales en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y existe una copia de las mismas en el salón de plenos del Ayuntamiento de Málaga.
La zona más relevante de la ciudad romana sería localizada en los alrededores de la colina de la Alcazaba, donde había un arco de triunfo, un teatro romano y mosaicos, de los cuales aún se conservan restos.
El Teatro Romano.
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El Teatro Romano de Málaga se encuentra al pie del cerro de la Alcazaba, en la Calle Alcazabilla. Fue descubierto en 1951 tras permanecer enterrado durante siglos, cuando se estaban realizando unos trabajos para la Casa de la Cultura, descubriéndose que estaba construida encima del mismo. En 1994, la casa de la cultura fue derribada, descubriéndose todo el teatro.
El Teatro Romano de Málaga tiene sus orígenes en el siglo I a. C., en la época de romana, cuando Málaga formó parte de la provincia romana de Hispania Ulterior. Fue construido en la época de Augusto, utilizándose hasta el siglo III. En la época musulmana, fue utilizado como cantera para la reestructuración de la Alcazaba, utilizando capiteles y fustes de las columnas, como sujeción de arcos de herradura de las puertas de la Alcazaba.